Para que a nadie le queden dudas: el talento local siempre está, pero hay que acompañarlo con presupuesto y resolución.
Lo acaba de comprobar el gobierno de India, que depositó en dos de sus universidades más prestigiosas la ambiciosa tarea de hacer su propia versión de aquella famosa “computadora portátil de u$s 100″ que el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) se propuso crear en 2005 - y todavía cuesta casi el doble.
El Instituto Hindú de Tecnología y el Instituto de Ciencias Hindú desarrollaron una laptop en forma de tableta, apenas más pequeña que el iPad. Incluye un procesador de texto, permite hacer videoconferencias y tiene instalado un navegador web. No usa disco rígido, por ser un dispositivo creado para aprovechar todos los aspectos positivos de la nube - muy cercano al concepto del Chrome OS de Google. A falta del rígido, es posible grabar información en una cómoda tarjeta de memoria.
Párrafo aparte: se puede usar con energía solar.
Esta perlita tecnológica, presentada ayer por Kapil Sibal, Ministro de Desarrollo de Recursos Humanos de India, cuesta hoy apenas u$s 35. Decimos “hoy”, porque es intención de sus desarrolladores bajar su precio primero a u$s 20, hasta llegar al objetivo final de u$s 10.
Nada se conoce todavía sobre los detalles de hardware de la tableta. Sibal no explicó qué procesador usa, cuánta memoria RAM tiene instalada o qué resolución soporta la pantalla táctil. Pero no faltará oportunidad de revelar los secretos de esta prometedora computadora portátil. El ministro hindú espera que el año que viene ya esté llegando a las escuelas.
Antes, claro está, será necesario encontrar un fabricante. En la conferencia de prensa de ayer Mamta Varma, vocera del ministerio, reveló que son muchos los fabricantes de todo el mundo que se ofrecieron para producir en masa la laptop más económica del planeta, que corre una versión de Linux, incluido al menos uno de Taiwán.
Confiado en su equipo, Sibal no dudó en asegurar que “Las soluciones del mañana van a salir de La India”.
No nos queda más que preguntarnos, si los gobiernos les brindaran el apoyo que necesitan nuestros científicos y expertos en informática, cuántas soluciones podrían salir de Latinoamérica, ¿no?
